95° ANIVERSARIO DE UNA MASACRE DEL SIGLO XX
CASI UN SIGLO DE DOLOR
Yelena Abrahamian: «Todavía hoy me pregunto cómo los turcos pudieron disparar contra tanta gente inocente»
• Es una de las últimas supervivientes del genocidio que niega Ankara
El carro se detuvo al llegar al desfiladero. Los soldados turcos disparaban desde una colina y los armenios que escapaban a toda prisa de Kars (en el noreste de la actual Turquía) habían abandonado los vehículos en medio del camino y corrían, monte a través y presas del pánico, para alcanzar el puente sobre el río Akhurian. Al otro lado estaba Armenia, su salvación.Yelena Abrahamian, de 7 años, viajaba en el carromato con las mujeres de la familia, sus hermanos y sus primos. «¡Qué bella era Kars!». La ciudad se hallaba desde 1878 bajo control ruso, lo que permitió a los armenios que allí habitaban escapar a las deportaciones ordenadas por el Gobierno otomano desde 1915. Pero ese abril de 1918 los turcos habían regresado para recuperar lo que consideraban que era suyo. El señor Abrahamian, profesor de matemáticas en la escuela de Kars, marchó a combatir junto a la milicia armenia, dejando a sus hijos al cuidado de la abuela. «Recuerdo que mi familia siempre lo tenía todo preparado para huir».Dada por muertaLa pequeña armenia fijó su mirada en una pareja: un padre y un hijo que corrían mientras las balas levantaban pedazos de tierra a su alrededor. Una de las balas alcanzó al niño y este cayó a tierra con un grito que, para Yelena, parecía contener todo el dolor que padecían los armenios. Se desmayó.Cuando recobró la conciencia su familia había desaparecido dándola por muerta. Junto a ella yacía su prima con las piernas destrozadas. «Estuve hablando con ella un buen rato hasta que me di cuenta de que no contestaba. Había muerto, pero para mí era impensable, ella solo tenía 4 años». Yelena bajó del carro y se unió a la multitud que huía. Llovía. Las balas seguían cayendo alrededor.Alcanzó el puente de madera. Era tan estrecho que, ante ella, un hombre cayó al río, cuyas aguas de primavera arrastraban cadáveres, vestidos y objetos que habían sido arrojados al río por los soldados turcos. Yelena pensaba que también caería al río pero, de repente, un hombre bondadoso la cogió en brazos y la transportó a la otra orilla. «¿Cómo pudo soportar el puente el peso de todos nosotros sin romperse? Dios nos ayudó». A salvo de los disparos, la niña logró reencontrarse con los que quedaban de su familia: su tía y su abuela, quien, con una herida en la cabeza, sostenía a uno de los nietos en brazos.«Todavía hoy me pregunto cómo los turcos pudieron disparar contra tanta gente inocente», explica Yelena en su casa de Ereván, un soviético inmueble de piedra de la década de 1920. En su salón, decorado con viejos muebles y tapices, cuelgan varios cuadros pintados por ella. Paisajes y marinas de colores alegres, ale- jados del dolor de aquellos días en los que huyó de Kars. A sus 99 años, Yelena Abrahamian es uno de los últimos testigos vivos de la gran tragedia armenia.
CASI UN SIGLO DE DOLOR
Yelena Abrahamian: «Todavía hoy me pregunto cómo los turcos pudieron disparar contra tanta gente inocente»
• Es una de las últimas supervivientes del genocidio que niega Ankara
El carro se detuvo al llegar al desfiladero. Los soldados turcos disparaban desde una colina y los armenios que escapaban a toda prisa de Kars (en el noreste de la actual Turquía) habían abandonado los vehículos en medio del camino y corrían, monte a través y presas del pánico, para alcanzar el puente sobre el río Akhurian. Al otro lado estaba Armenia, su salvación.Yelena Abrahamian, de 7 años, viajaba en el carromato con las mujeres de la familia, sus hermanos y sus primos. «¡Qué bella era Kars!». La ciudad se hallaba desde 1878 bajo control ruso, lo que permitió a los armenios que allí habitaban escapar a las deportaciones ordenadas por el Gobierno otomano desde 1915. Pero ese abril de 1918 los turcos habían regresado para recuperar lo que consideraban que era suyo. El señor Abrahamian, profesor de matemáticas en la escuela de Kars, marchó a combatir junto a la milicia armenia, dejando a sus hijos al cuidado de la abuela. «Recuerdo que mi familia siempre lo tenía todo preparado para huir».Dada por muertaLa pequeña armenia fijó su mirada en una pareja: un padre y un hijo que corrían mientras las balas levantaban pedazos de tierra a su alrededor. Una de las balas alcanzó al niño y este cayó a tierra con un grito que, para Yelena, parecía contener todo el dolor que padecían los armenios. Se desmayó.Cuando recobró la conciencia su familia había desaparecido dándola por muerta. Junto a ella yacía su prima con las piernas destrozadas. «Estuve hablando con ella un buen rato hasta que me di cuenta de que no contestaba. Había muerto, pero para mí era impensable, ella solo tenía 4 años». Yelena bajó del carro y se unió a la multitud que huía. Llovía. Las balas seguían cayendo alrededor.Alcanzó el puente de madera. Era tan estrecho que, ante ella, un hombre cayó al río, cuyas aguas de primavera arrastraban cadáveres, vestidos y objetos que habían sido arrojados al río por los soldados turcos. Yelena pensaba que también caería al río pero, de repente, un hombre bondadoso la cogió en brazos y la transportó a la otra orilla. «¿Cómo pudo soportar el puente el peso de todos nosotros sin romperse? Dios nos ayudó». A salvo de los disparos, la niña logró reencontrarse con los que quedaban de su familia: su tía y su abuela, quien, con una herida en la cabeza, sostenía a uno de los nietos en brazos.«Todavía hoy me pregunto cómo los turcos pudieron disparar contra tanta gente inocente», explica Yelena en su casa de Ereván, un soviético inmueble de piedra de la década de 1920. En su salón, decorado con viejos muebles y tapices, cuelgan varios cuadros pintados por ella. Paisajes y marinas de colores alegres, ale- jados del dolor de aquellos días en los que huyó de Kars. A sus 99 años, Yelena Abrahamian es uno de los últimos testigos vivos de la gran tragedia armenia.
GIANNA TAMBIEN NOS CUENTA ALGO:
http://gianna264.blogspot.com/2010/04/24-de-abril-de-1915-empieza-el.html#comments
MAS INFORMACIÓN: http://www.genocidioarmenio.org/nota.asp?id=17
7 comentarios:
Sin comentarios...¡que atrocidad! Besos compungidos
tambien conoci muchos armenios, son gente muy simpatica, alegre y trabajadora,
la mayoria tiene muchas propiedades y se dedican al comercio
mi amiga se llamaba Sonia Tobachian, vendia viajes a Armenia, a Erevan...
Esta gente siempre me hablaba de esta masacre, es algo muy profundo en el alma de los armenios, aunque la mayooria ya eran argentinos..
es terrible la masacre de pueblos enteros por religion, raza, politica....
¡¡¡NUNCA MAS!!! como decimos aca por la masacre en la dictadura militar ....Basta de muertes...
Los felicito porque vi que se reunio muchisima gente para apoyar al Juez Garzon..
un beso y que tengas un lindo domingo.
Ayer precisamente estaba viendo un documental sobre este , genocidio
por que otro término no le cabe, y escuchaba las palabras de políticos turcos defendiendo esta atrocidad ...
y lo peor lahijaputez de que esto no se conociera...
Un abrazo
Sabía de la masacre del Pueblo Armenio, pero me he enterado hace apenas unos 5 o 6 años...la segunda masacre es que no trascienda esta barbarie ni se difunda como debiera. Muy buena la entrada, me ha valido la pena leer cada palabra. Saludos.
Me enteré de la masacre del pueblo armenio a través de Ramón Trecet del programa de Radio3 que desapareció hace dos años.
Es increíble que haya en este mundo genocidios de primera y de segunda.
Gracias por hacerlo presente, Groucho, se lo debemos a muchos inocentes.
Un abrazo.
Que dió lugar a "la paradoja jenízara", interesante teoría sobre genocidios, olvidos, y condiciones humanas.
Es terrible la masacre, pero pienso que es más terrible la invisibilidad posterior, la negación, es como una segunda muerte aún mas dolorosa que la primera.
La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que si se conocen pero que no se masacran.
(Paul Ambroise Valéry)
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