Se suele hablar del "síndrome del pato cojo" para referirse a un presidente que se acerca al fin de su mandato, en rigor debiera aplicarse sólo una vez que las elecciones del nuevo gobernante ya han finalizado. En esas condiciones, en las que el antiguo presidente mantiene sólo la dignidad propia de su investidura pero carece de todo poder político real, resulta aplicable esta antigua y curiosa metáfora.
ZAPATERO: "El pato cojo"
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RAJOY: "El mono impaciente"
Para los partidarios del pato cojo (los partidarios que han aceptado convertirlo en magret o rociarlo con salsa de naranja) se abre una posibilidad, pequeña, muy pequeña de regeneración. Los socialistas son conscientes de que su hipotética derrota será consecuencia más de la abstención de la mayoría progresista del país que de los votos de aluvión que sume el PP de los descontentos. La izquierda es intransigente con los comportamientos errados de sus líderes, con la degeneración de los presupuestos ideológicos y la corrupción. Y su modo de responder a la deslealtad es la abstención.
Si el PSOE logra sortear las trampas de las elecciones primarias, remonta el año de legislatura con cierta dignidad, evita el suicidio colectivo en Andalucía (antes ERE, ahora la crisis de la dimisión de Pizarro) y elige a Rubalcaba como futuro candidato tendrá una posibilidad (leve, breve) de reconciliar a una parte de sus votantes. Demasiadas condiciones que, unidas a esa vocación de calamidad que parece dirigir su destino, alejan por momentos la redención.
Aunque también dependerá, por supuesto, de qué haga el segundo animal de la fábula. De momento, la reacción es a mi juicio contraria a sus intereses. La suprema impaciencia por tomar el poder que han expresado los líderes del PP tras la renuncia del presidente es contraproducente para su imagen, pues evidencia el regreso de ese talante fanfarrón y conminatorio que los electores ya liquidaron votando a Zapatero en 2004. Un talante que inquieta. El PP puede reclamar elecciones generales pero no, como ha ocurrido el pasado fin de semana, reclamar el poder, como si le perteneciera. Primero, porque el poder no es suyo; segundo, porque hace falta antes ganar unas elecciones; y tercero, porque la paralización electoral en estos momentos sería un desastre para la convaleciente economía española. ¿Será capaz el mono impaciente de aguantar un año al pato cojo organizando la granja sin retorcerle el pescuezo o malograrle de un codazo el magret?
6 comentarios:
A lo mejor le dá el codazo...porque no aguanta..jaja En cualquier caso...las fotos dicen TODO Un beso Groucho
Yo pienso que más que ver si aguantará el mono al pato cojo, es si el partido del mono le aguantará a él o le mandará directamente a comer bananas a Galicia, y los trepas del PP empezarán sus luchas internas locos por el olor a poder que ya desprende la podrida España.
Salud, y un abrazo.
Me ha gustado GROUCHO:-)
Aunque estoy con Carlos, para mi que el resto de los monos se fagocitan al mono impaciente, que por otra parte, está medio anestesiado en lo que a otros asuntos tocan...¡¡vaya futuro espera a este pobre país!!
¿No tendrás por ahí guardado en la chistera a algún león que pegue un par de rugidos, a ver si la selva esta se nos ordena un poco? bueeeeno me vale ¡¡Tarzán!! Chita ya tenemos:-)
Un besito
¡¡Ah!! y... graaaaaaaacias
Pero...¿si me tienes en tu casa? me acabo de ver ajaja
muaaaaaakss
Winnie0, Carlos, Maria,
La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir.
(Jacques Benigne Bossuet)
Maria, hace un tiempo que te tengo en mi -tu- casa.
BESOS.
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