Las batas blancas se sublevan
JOAN TAPIA Hace 20 años, el conseller Boi Ruiz estaba en la UGT y quería montar un sindicato de médicos. Hace poco presidía los hospitales concertados y pactaba con Marina Geli, consellera socialista. Muchos expertos tenían de él una buena opinión. ¿Qué le ha pasado –se lo preguntó Josep Cuní el viernes– para que haya batido un récord: a los 108 días ya piden su cabeza? El desbordamiento del gasto sanitario (vivimos mucho más y también utilizamos más el sistema) es una asignatura pendiente en numerosos países. La solución exige limitar ciertas prestaciones (con cuidado) y aumentar los ingresos (más impuestos o, más razonable todavía, algo de copago). Lo que es insensato es que el conseller del ramo pretenda recortar el gasto en un 10% con discursos tremendistas, apelando al papel de las mutuas y pasando la patata caliente (que propongan ellos) a los centros hospitalarios. Ante este despropósito, era lógico que protestaran los trabajadores, los sindicatos y la oposición. Aunque no tienen toda la razón, ya que recortar no es un parto sin dolor. Pero algo falla cuando además el Consorci de Salut i Social de Catalunya, donde están gestores tanto de hospitales públicos como de hospitales concertados, alerta de «consecuencias graves e irreparables». Claro que hay falta de tacto. El conseller de Salut no puede decir que los médicos se preo- cupan más de la salud de su bolsillo que de la salud de los enfermos. Y la gota que ha colmado el vaso no fue la manifestación del jueves, sino lo que ocurrió el lunes, cuando el presidente del consejo de asesores de Artur Mas, el doctor Miquel Vilardell (presidente, además, del Col.legi de Metges) pidió públicamente que se diera marcha atrás. Vilardell sostiene que hay que aumentar los ingresos (el copago) y no concentrar todo el ajuste en las tijeras. Puede que los trabajadores protesten sin razón. Que los médicos solo piensen en su paga. Que los sindicatos enseñen los dientes porque hay elecciones sindicales (lo proclama Ruiz). Que los alcaldes vayan a lo suyo (también lo dice). Que los partidos se unan (desde el PP hasta ICV-EUiA) para fastidiar. Puede. Pero es inaudito que la censura al conseller venga del primer asesor del presidente de la Generalitat. Si no convence a Vilardell, ¿cómo pretende que la ciudadanía le haga caso? Pero aquí Ruiz no es el único responsable. ¿Es acertado poner al frente de la conselleria de más gasto y que más debe recortar) a alguien sin oficio político? ¿Vilardell es escuchado o solo es un reclamo publicitario de prestigio? ¿Es sensato rebajar el presupuesto de la Generalitat en un 10% –un ejercicio inédito en España– con el apoyo de un solo partido que además no tiene mayoría? El president debe reflexionar si quiere evitar una infección hospitalaria. JOAN TAPIA
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