Desesperado de sed, un beduino se arrastraba en el desierto, cuando divisó algo a lo lejos. Esperanzado de encontrar agua se dirigió hacia allí: era un viejo comerciante, sentado bajo una sombrilla con un kiosco de corbatas.
- Estoy desfalleciendo de sed. ¿Podría darme agua? -imploró el beduino.
- La verdad es que no tengo agua, pero... ¿por qué no me compra una corbata? Mire, esta va perfecta con su chilaba...
- No quiero una corbata !!! Quiero agua !!!
- Bueno, no me compre la corbata si no quiere. Pero, para que vea que soy una buena persona, le diré que pasando esas dunas, a unos 3 o 4 kilómetros, hay un buen restaurante, ellos tienen toda el agua que quiera...
El beduino le dió las gracias y desapareció rápidamente tras las dunas.
Cuatro horas más tarde, el árabe regresó donde estaba el viejo comerciante que seguía tranquilamente bajo su sombrilla.
El viejo le pregunta:
- ¿No encontró el restaurante? Le dije unos 4 kilómetros, ¿se perdió?
- Lo encontré perfectamente, pero el hijo de puta de tu hermano no me deja entrar sin corbata .
3 comentarios:
JAJJAJAJAJAJAAA, Hola Groucho, ha sido un deleite pasar por este momento por aquí y reirme con el chiste que le han contado a tu hermana....;-)
"siempre hay alguien que se aprovecha, no? "
besos
Ali♫♪
ja ja lo conocía pero me has vuelto a hacer reir Gracias y un beso
Muy bueno. Ya lo conocía, pero la enseñanza que debemos deducir de él es que nunca te puedes fiar de un comerciante, pero siempre debes de comprarle algo.
Salud y un abrazo.
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