CUATRO FELIGRESAS CONFESANDOSE
Una firma francesa confiesa por teléfono
• El episcopado expresa su rotundo rechazo a la iniciativa comercial
«Bienvenido a la línea del Señor. Para recibir consejos, pulse 1; para confesarse, pulse 2; para escuchar las confesiones, pulse 3.» Se diría que la voz profunda y grave que suena al otro lado del teléfono es la del propio Creador. Pero ni siquiera corresponde a la de un sacerdote. Se trata de la grabación de un nuevo servicio telefónico que ofrece a los franceses la oportunidad de descargar su conciencia sin salir de casa.
Dirigido a las personas mayores, con dificultades de movilidad o simplemente con una agenda sobrecargada, la iniciativa quizá sea bienintencionada, pero no tiene nada de caritativa. Confesar los pecados sin poner los pies en una Iglesia cuesta 0,15 o 0,34 céntimos por minuto, en función del deseo del usuario de entregar el 40% de la suma a una asociación benéfica no determinada. En este sentido, no está muy lejos de las líneas que sirven para consultar el horóscopo o para cometer una falta de lascivia según los códigos del catolicismo.
La sociedad Aabas Interactive, especializada en atención telefónica a personas solas o con problemas, también pensó en ellas cuando lanzó, hace dos semanas, su servicio de confesión. Sin embargo, al otro lado del hilo solo hay un contestador automático. «Ahora vas a confesarte», dice la voz que ofrece la posibilidad de que el mea culpa no sea «ni registrado ni conservado» o pueda ser escuchado por otras personas que llamen al servicio (las que pulsen el 3). Seguidamente, lee el texto del Evangelio en el que, ante una mujer a punto de ser lapidada por haber cometido adulterio, Jesús dice: «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra».
Mientras los minutos pasan, la voz invita a repetir: «He pecado de pensamiento, palabra u omisión, por mi culpa, mi grandísima culpa…». Y justo antes de oírse el pitido, advierte de que no hay penitencia ni absolución y de que, para los «pecados mortales», lo más indicado es dirigirse a un sacerdote.
INDIGNACIÓN DE LOS OBISPOS / A la Iglesia no le ha hecho ninguna gracia esta competencia desleal. En un comunicado, el episcopado se ha desvinculado de la línea del Señor destacando que «no cuenta con el aval de la Iglesia católica de Francia». Pone también en guardia a los usuarios: «Es inadmisible favorecer la confusión con la noción de confesión. Para el fiel católico, tiene un sentido sacramental que requiere la presencia de un sacerdote». «La coincidencia del lanzamiento de esta línea con el inicio de la Cuaresma no hace más que aumentar el malentendido», censura.
La ideóloga del servicio telefónico, Camilla Hautier, no lo ve tan grave. «¿Por qué no poner la tecnología al servicio de la espiritualidad? Hay que estar al día», se defiende. A su entender, aunque por teléfono no se pueda dar la absolución, «para los pequeños pecados no hace falta un cura». «Dios no necesita un telefonazo para saber lo que hemos hecho», opina el sacerdote Pierre Angelo Gommaed. «Esto tiene más que ver con una terapia de psicoanálisis que con una confesión», concluye. Salvo que detrás del diván hay una persona de carne y hueso escuchando, no una máquina.
• El episcopado expresa su rotundo rechazo a la iniciativa comercial
«Bienvenido a la línea del Señor. Para recibir consejos, pulse 1; para confesarse, pulse 2; para escuchar las confesiones, pulse 3.» Se diría que la voz profunda y grave que suena al otro lado del teléfono es la del propio Creador. Pero ni siquiera corresponde a la de un sacerdote. Se trata de la grabación de un nuevo servicio telefónico que ofrece a los franceses la oportunidad de descargar su conciencia sin salir de casa.
Dirigido a las personas mayores, con dificultades de movilidad o simplemente con una agenda sobrecargada, la iniciativa quizá sea bienintencionada, pero no tiene nada de caritativa. Confesar los pecados sin poner los pies en una Iglesia cuesta 0,15 o 0,34 céntimos por minuto, en función del deseo del usuario de entregar el 40% de la suma a una asociación benéfica no determinada. En este sentido, no está muy lejos de las líneas que sirven para consultar el horóscopo o para cometer una falta de lascivia según los códigos del catolicismo.
La sociedad Aabas Interactive, especializada en atención telefónica a personas solas o con problemas, también pensó en ellas cuando lanzó, hace dos semanas, su servicio de confesión. Sin embargo, al otro lado del hilo solo hay un contestador automático. «Ahora vas a confesarte», dice la voz que ofrece la posibilidad de que el mea culpa no sea «ni registrado ni conservado» o pueda ser escuchado por otras personas que llamen al servicio (las que pulsen el 3). Seguidamente, lee el texto del Evangelio en el que, ante una mujer a punto de ser lapidada por haber cometido adulterio, Jesús dice: «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra».
Mientras los minutos pasan, la voz invita a repetir: «He pecado de pensamiento, palabra u omisión, por mi culpa, mi grandísima culpa…». Y justo antes de oírse el pitido, advierte de que no hay penitencia ni absolución y de que, para los «pecados mortales», lo más indicado es dirigirse a un sacerdote.
INDIGNACIÓN DE LOS OBISPOS / A la Iglesia no le ha hecho ninguna gracia esta competencia desleal. En un comunicado, el episcopado se ha desvinculado de la línea del Señor destacando que «no cuenta con el aval de la Iglesia católica de Francia». Pone también en guardia a los usuarios: «Es inadmisible favorecer la confusión con la noción de confesión. Para el fiel católico, tiene un sentido sacramental que requiere la presencia de un sacerdote». «La coincidencia del lanzamiento de esta línea con el inicio de la Cuaresma no hace más que aumentar el malentendido», censura.
La ideóloga del servicio telefónico, Camilla Hautier, no lo ve tan grave. «¿Por qué no poner la tecnología al servicio de la espiritualidad? Hay que estar al día», se defiende. A su entender, aunque por teléfono no se pueda dar la absolución, «para los pequeños pecados no hace falta un cura». «Dios no necesita un telefonazo para saber lo que hemos hecho», opina el sacerdote Pierre Angelo Gommaed. «Esto tiene más que ver con una terapia de psicoanálisis que con una confesión», concluye. Salvo que detrás del diván hay una persona de carne y hueso escuchando, no una máquina.
JAJAJA, PARECE UNA BROMA... PERO ES VERDAD; UNA EMPRESA FRANCESA CONFIESA POR TELEFONÓ. LLEGO EL TELE-CONFESOR. A LO MEJOR ME APUNTO...JAJAJA.
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7 comentarios:
Es muy bueno reir..pero yo creo que hay ciertas cosas que hay que "respetarlas" Besotes
En fin... miedo me da qué harán con la información que recojan de esas confesiones...
Chantaje? Posiblemente
esta bueno
para esos dias, especialmente domingo a la tarde, que uno esta aburrido, estas solo, que no sabes que hacer con tu vida....¿que se puede hacer?
...solucion ...confieso mis pecados...
llamas, hablas con alguien, le contas algunas cositas, podes hacer drama, es mas divertido, o que tu hombre te dejo, o que tus hijos se fueron...Dios te perdona..
y ya pasastes un buen domingo, por lo menos algo hicisters...
ojala lo pongan en Argentina, cosa que no creo...sale mucho el minuto y no somos ricos como en Francia...
besos....
Esperemos que dentro de unos meses no se apropie la iglesia de la idea. Yo ni con eso....
un beso
Como curiosidad, leí una vez que un particular se prestaba para probar airbags de coches. Sólo tenía que montarse en él e ir pegándose castañazos contra muros. Si el airbag no va bien, pues eso.
Para mí, lo que más ha molestado a la Iglesia es que se le haya ocurrido la idea a otra persona antes que a ellos, con lo cual les privan de unos jugosos beneficios. Seguro que se quedarán con la exclusiva, alegando la inviolabilidad del secreto de confesión que solo ellos pueden mantener. Y si no, tiempo al tiempo.
Un abrazo.
También pregunta ¿cuántas veces?
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