
Ni el presunto asesino ni el suicida tuvieron en cuenta la red de seguridad que se encontraba a la altura del octavo piso para proteger a los limpia-ventanas, por lo tanto Miguel no pudo alcanzar el piso, quedando su intento de suicidio sin posibilidad de llevarse a cabo. Es decir, una persona con ganas de quitarse la vida puso en marcha su plan suicida con todas las intenciones de morir y... lo logró. Que haya recibido un disparo nueve pisos antes de una muerte segura, probablemente no cambiaría la carátula del caso de suicidio a homicidio. Pero el suicidio no tenía probabilidades de consumarse, debido a que el cuerpo quedó en la red del octavo piso, por lo tanto esto hizo que el forense determinara que se trataba de un homicidio.
Más tarde la policía descubrió que el piso de la novena planta, de donde salió el disparo, lo ocupaban un hombre mayor y su mujer. El la estaba amenazando con un revólver, después de una intensa discusión, enfureciéndose tanto que no pudo contener el arma derecha. Al apretar el gatillo, la bala falló por completo su objetivo (la mujer) saliendo por la ventana y terminando en la cabeza de Miguel Lopez. Si uno intenta matar a el sujeto A, pero en el intento termina matando al sujeto B, entonces uno es culpable del asesinato del sujeto B. Por lo tanto el hombre fue arrestado inmediatamente, pero tanto él como su mujer decían no saber que el arma se encontraba cargada.
Era un viejo juego de la pareja, el amenazar a su mujer con un arma descargada. El no tenía intenciones de matarla; por lo tanto la muerte de Miguel parecía ser un accidente, probablemente el arma había sido cargada accidentalmente. Las investigaciones continuaron, hasta que apareció un testigo que afirmaba haber visto al hijo del matrimonio cargando el arma unas seis semanas antes del fatal incidente. La investigación del caso mostró que la madre había decidido suprimir el apoyo económico a su hijo, el cuál, conociendo perfectamente la costumbre que tenía su padre de amenazarla, cargó el arma esperando que su padre la matara.
En este punto el caso volvió a definirse como homicidio, acusándose al hijo como culpable de la muerte de Miguel Lopez. Investigaciones posteriores revelaron que el hijo se había arrepentido no sólo por lo que había hecho, sino también por haber considerado asesinar a su propia madre. Esto lo hundió en una profunda amargura y lo condujo a que un triste día de marzo decidiese arrojarse desde la terraza del edificio donde vivía, para terminar perdiendo la vida por un disparo directo a su cabeza.
El caso se cerró como suicidio...